El tatuaje de la patria
Europa camina en falsa escuadra.
Con cada giro que da hacia la derecha, provoca que se caigan por la banquina de la historia miles de trabajadores y profesionales de clase media.
La televisión europea transmite la crisis en vivo y en directo.
Telesur y la CNN muestran, con lentes muy diferentes, el mismo drama, la misma noche oscura de esa democracia resignada ante la tecnocracia financiera.
Es imposible no conmoverse con los testimonios de los desocupados, con los hospitales sin cobertura médica, con esa educación en bancarrota.
¿Allí mandan sólo “los mercados”? ¿Dónde quedó la política en ese continente? ¿Dónde están los pueblos movilizados?
En esta orilla del mar, al mismo tiempo, nuestro país camina erguido, digno, humilde y orgulloso.
La Presidenta continúa inaugurando fábricas, universidades, caminos, radares para las fronteras y anuncia el crecimiento constante de nuestra economía.
Los europeos le agregan agua al guisado para abultarlo y nuevos agujeros al cinto para poder ajustarlo. Como lo hacíamos nosotros en el 2001.
¿Se acuerdan?
En este escenario global se ubican los conflictos de esta época.
Ayer, mientras se informaba que la desocupación en la Argentina cayó al 7,2 %, la Presidenta afirmaba: “Sacarle a los que menos tienen es una medida que no va más en el mundo”.
Esa es la diferencia con los gobernantes europeos.
Allá cortan el hilo por lo más delgado.
Acá no se corta ninguno, sólo los trenzan laboriosamente.
Por eso la Argentina va.
Aunque Macri se niegue a pagar lo que le corresponde a la Ciudad por el traspaso de los subtes. Como si De Vido razonara con cerebro argentino y Macri…vaya a saber con cuál.
Aunque los radicales estén a los tortazos como los Tres chiflados y la Coalición de Carrió se haya quedado definitivamente sin lumbre en su penosa oscuridad.
Aunque Clarín y La Nación lancen fuego a granel contra la democracia.
Aún sin contar con ellos, la Argentina va.
Como va su línea de bandera, la gloriosa Aerolíneas Argentinas, pese a tanto boicot.
Cuando Perón la creó por decreto, el 7 de diciembre de 1950, seguramente no la pensaba en términos de eficientismo y rentabilidad directa.
Pensaba en la Argentina soberana, en su pueblo, en su necesaria interconectividad, en su comercio interior y exterior, en el turismo nacional e internacional, en los trabajadores y los profesionales que debían recorrer miles de kilómetros de distancia para el logro de sus respectivos cometidos.
Como se la piensa ahora.
Aerolíneas se entiende en ese contexto de país inclusivo; o no se la entiende.
Los trabajadores lo saben mejor que nadie.
Por eso la llevan en la piel.
En ese cóndor tatuado que es la patria en pleno vuelo.
El Argentino, martes 22 de noviembre de 2011
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